Cada vez más, la incertidumbre deja de ser solo una categoría para la especulación teórica. Sabemos de la incertidumbre, particularmente, porque la experimentamos de muchas maneras. Prácticamente no existe persona que no lidie hoy con la falta de certezas en algún aspecto de su vida.
Acabamos de recordar la venida del Salvador a este mundo, prometida y esperada al fragor de la incertidumbre; y ahora nos preparamos para la llegada de un nuevo año. ¿Qué nos deparará el 2023? ¿De qué manera la fe puede alentar nuestro caminar en este tiempo?
Nos ayudará saber que el pueblo creyente, en ambos testamentos, no estuvo exento de caminar en medio de días inciertos. Me permito solo algunas referencias en Santiago y una invitación.
Esta carta sapiencial fue pensada para la iglesia en cualquier lugar, de entonces y de ahora, a fin de animar en los creyentes una conducta sabia. En medio de dificultades materiales, físicas y espirituales, necesitaban sabiduría:
- Para soportar las pruebas (1:2)
- Para no sucumbir ante el desánimo (1:8)
- Para pedir con fe (1:6)
- Para ser justos y solidarios (3:17)
- Para formular buenos planes (4:13)
- Para vivir el señorío de Cristo (4:16)
Encomendemos el futuro y la vida en las mejores manos: “¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana! ¿Y qué es la vida de ustedes?” (4:14). En lugar de angustiarnos, busquemos el reino de Dios y su justicia (Mt 6:33-34). ¡El buen y sabio Dios trino nos asista!
