¡Hágase!

¡Hágase!

por:  Ivelisse Valentín-Vera

Marcos 14:32-42

En este punto de nuestro peregrinar hacia la Semana Santa Jesús nos muestra el carácter secreto y también público de nuestras luchas. Apartados a nuestros espacios de intimidad batallamos contra todo lo que nos amenaza para no caer en la tentación de ceder a nuestra voluntad, que no siempre está alineada a la de Dios.

Pocas veces llevamos este tipo de luchas a la esfera pública, a compartirlas con nuestros amigos, amigas, guías espirituales o seres queridos. En alguna ocasión al exponer nuestra vulnerabilidad nos hemos decepcionado ante la falta de empatía y solidaridad de los que nos acompañan. En resumen, nos avergüenza nuestra propia fragilidad.

Por eso, Jesús pone al descubierto nuestras luchas ocultas. Mientras unos están en dolor otros duermen. Dormidos frente al sufrimiento ajeno nos enajenamos de la realidad que nos rodea. Realidad que en algún momento nos alcanzará. ¡Velen y oren para no caer en tentación! Abrir los ojos al sufrimiento humano nos hace cercanos y aliviana la carga de todos. Por eso Jesús se hace acompañar de sus amigos, “a un tiro de piedra”, con suficiente distancia para asumir su propia lucha y con suficiente cercanía para no sentirse solo.

En esa lucha, muy íntima y a la vez expuesta, Jesús pone al descubierto la naturaleza de la finitud humana, del límite de nuestras posibilidades. Con eso nos enseña a confiar en el Padre y a despertar ante la necesidad del otro y la otra.

Pater mi, Abba, Pater, fiat! ¡Hágase! Let it be done!

Que esta cuaresma sea una de aprender a estar despiertos ante la necesidad del otro y de ejercitar nuestra confianza en el Padre que es Abba porque es íntimo y cercano. En cuyas manos podemos saltar confiados porque salva.

Fiat! ¡Hágase! Let it be done!