AETH

407-754-6863 / 407-773-1234

God’s Radical Solidarity / La Solidaridad Radical de Dios

The most radical promise of God has always been the promise of presence. “I will be with you,” God promises Moses as God sent him to liberate the people. The promise is repeated for Joshua and over and over again throughout the Scriptures. When Isaiah prophesied about the Messiah, the name he used for the coming king folded the promise directly into the Messiah’s very being. Isaiah writes, 

“Therefore the Lord himself shall give you a sign; Behold, a virgin shall conceive, and bear a son, and shall call his name Immanuel.

The name reveals God’s character as the God of radical solidarity. God promises a suffering people His presence. Jesus arrives as the fullest expression of God’s presence. The Spirit continues to minister to us as the comforting presence of God (2 Corinthians 1:3-4). In the face expanding empires, deepening poverty, and abuses of many kinds, Jesus arrives as the very presence of God with us. Emanuel. And Emanuel arrived in a fringe town, chose to associate with marginalized people, always privileging the poor. The profound solidarity of God revealed in Jesus is taken to the furthest extreme; Jesus died as a victim of the empire’s evils. Yet by joining us in our suffering, Jesus opened the way for us to share in his resurrected life. God’s solidarity with us makes it possible for us to share with God. This advent, as we remember the arrival of God-turned-babe we are reminded that God chooses to be with us in suffering. We are reminded that Emanuel is the promise of life anew with God. 

La Solidaridad Radical de Dios


La promesa más radical de Dios siempre ha sido la promesa de presencia. “Estaré contigo”, le promete
Dios a Moisés al enviarlo a liberar al pueblo. La promesa se repite para Josué y una y otra vez a lo largo
de las Escrituras. Cuando Isaías profetizó sobre el Mesías, el nombre que usó para el rey que venía
incorporaba directamente la promesa en el mismo ser del Mesías. Isaías escribe:


“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará
su nombre Emanuel“.


El nombre revela el carácter de Dios como el Dios de una solidaridad radical. Dios promete su presencia
a un pueblo que sufre. Jesús llega como la expresión más completa de la presencia de Dios. El Espíritu
continúa sirviéndonos como la presencia consoladora de Dios (2 Corintios 1:3-4). Frente a imperios en
expansión, pobreza creciente y abusos de todo tipo, Jesús llega como la misma presencia de Dios con
nosotros. Emanuel. Y Emanuel llegó a una ciudad en la periferia, eligió asociarse con personas
marginadas, siempre privilegiando a los pobres. La profunda solidaridad de Dios revelada en Jesús se
lleva al extremo más lejano; Jesús murió como víctima de los males del imperio. Sin embargo, al unirse a
nosotros en nuestro sufrimiento, Jesús abrió el camino para que compartiéramos en su vida resucitada.
La solidaridad de Dios con nosotros hace posible que compartamos con Dios. En este adviento, al
recordar la llegada de Dios convertido en un bebé, recordamos que Dios elige estar con nosotros en el
sufrimiento. Recordamos que Emanuel es la promesa de una nueva vida con Dios