AETH

407-754-6863 / 407-773-1234

“Nuestro sitio web estará en mantenimiento durante varios días para mejorar su contenido y experiencia.  ¡Gracias por su paciencia!

Si no te lavo, no podrás tener parte conmigo

– Juan 13:8

por el Rev. Alex Rodarte

Durante la Semana Santa me conmueve ponerme mis vestimentas rojas. Normalmente las uso para la celebración de un mártir, pero esta semana es para el Mártir de Mártires. Alrededor del mundo habrá grandes procesiones por el Domingo de Ramos, pero aquí en Upland, California, tenemos una sencilla procesión de la entrada triunfal de nuestro Señor a Jerusalén. Muchos feligreses sostienen palmas en sus manos agitándolas durante la procesión imitando a quienes dieron la bienvenida al Mesías en la Ciudad de David. Minutos después, pedirán su crucifixión mientras los ministros y la congregación proclaman la narración de la pasión. El Domingo de Ramos inicia la semana más sagrada del año. Me siento emocionado, ansioso, indigno, tantas emociones que me invaden, y me abruman.

El Jueves Santo, el pastor y yo realizamos el ritual del lavado de pies. Las personas que aceptaron participar lucharon contra la vergüenza y aceptaron con humildad ser vulnerables a que les laven y besen los pies. Es un momento emocionante y empiezan a llorar porque sienten que no son dignos de Jesús pero si no dejan que sus pies sean lavados no pueden tener parte en él. Es una lección de humildad para los sacerdotes imitar el servicio más humilde del Señor. La Misa no termina con la bendición habitual sino con una procesión hasta el salón para reposar al Santísimo Sacramento. Los feligreses pasarán unas horas en vigilia orando con el Señor con la esperanza de permanecer despiertos con él y no quedarse dormidos como lo hicieron los apóstoles en el monte de olivos.  

El Viernes Santo es el único día del año que no se celebra misa. La liturgia está marcada con la veneración de la cruz. El sacerdote y el diácono presentan la cruz para que la gente se acerque y la bese o la toque: el instrumento de nuestra salvación y tortura del Cordero inocente que sufrió y murió por la humanidad pecadora. Puedes imaginar que este es un momento de dolor para todos los que se acercan: gimen y lloran porque el Señor tuvo que sufrir; sienten arrepentimiento por sus pecados y porque la humanidad rechazo el hijo de Dios.

Después de la comunión, todos se marchan en silencio y parece como si el mundo quedara en tinieblas.

La vigilia del Sábado Santo trae consigo una sensación de entusiasmo. La oscuridad de la iglesia es disipada por el fuego pascual, símbolo de Cristo, la verdadera luz que destruye las tinieblas del pecado. Esta es una noche de regocijo al escuchar la historia de la salvación e iniciar a nuevos cristianos en la Iglesia. Estos nuevos hermanos de nosotros renuevan nuestra esperanza y aumentan nuestra felicidad: aunque pecamos, pasamos por tristeza, y sentimos dolor porque la humanidad rechazo a Jesucristo, el nos redimió, nos sigue amando, y renueva la faz de la tierra. Una alegría abundante que vence el dolor de los días anteriores. ¡Cristo ha resucitado!

Rev. Alex Rodarte

Estados Unidos, Sacerdote Diocesano. Vicario parroquial en la Iglesia de San Jose en Upland, California.