AETH

Si no te lavo, no podrĂ¡s tener parte conmigo

– Juan 13:8

por el Rev. Alex Rodarte

Durante la Semana Santa me conmueve ponerme mis vestimentas rojas. Normalmente las uso para la celebraciĂ³n de un mĂ¡rtir, pero esta semana es para el MĂ¡rtir de MĂ¡rtires. Alrededor del mundo habrĂ¡ grandes procesiones por el Domingo de Ramos, pero aquĂ­ en Upland, California, tenemos una sencilla procesiĂ³n de la entrada triunfal de nuestro Señor a JerusalĂ©n. Muchos feligreses sostienen palmas en sus manos agitĂ¡ndolas durante la procesiĂ³n imitando a quienes dieron la bienvenida al MesĂ­as en la Ciudad de David. Minutos despuĂ©s, pedirĂ¡n su crucifixiĂ³n mientras los ministros y la congregaciĂ³n proclaman la narraciĂ³n de la pasiĂ³n. El Domingo de Ramos inicia la semana mĂ¡s sagrada del año. Me siento emocionado, ansioso, indigno, tantas emociones que me invaden, y me abruman.

El Jueves Santo, el pastor y yo realizamos el ritual del lavado de pies. Las personas que aceptaron participar lucharon contra la vergĂ¼enza y aceptaron con humildad ser vulnerables a que les laven y besen los pies. Es un momento emocionante y empiezan a llorar porque sienten que no son dignos de JesĂºs pero si no dejan que sus pies sean lavados no pueden tener parte en Ă©l. Es una lecciĂ³n de humildad para los sacerdotes imitar el servicio mĂ¡s humilde del Señor. La Misa no termina con la bendiciĂ³n habitual sino con una procesiĂ³n hasta el salĂ³n para reposar al SantĂ­simo Sacramento. Los feligreses pasarĂ¡n unas horas en vigilia orando con el Señor con la esperanza de permanecer despiertos con Ă©l y no quedarse dormidos como lo hicieron los apĂ³stoles en el monte de olivos.  

El Viernes Santo es el Ăºnico dĂ­a del año que no se celebra misa. La liturgia estĂ¡ marcada con la veneraciĂ³n de la cruz. El sacerdote y el diĂ¡cono presentan la cruz para que la gente se acerque y la bese o la toque: el instrumento de nuestra salvaciĂ³n y tortura del Cordero inocente que sufriĂ³ y muriĂ³ por la humanidad pecadora. Puedes imaginar que este es un momento de dolor para todos los que se acercan: gimen y lloran porque el Señor tuvo que sufrir; sienten arrepentimiento por sus pecados y porque la humanidad rechazo el hijo de Dios.

DespuĂ©s de la comuniĂ³n, todos se marchan en silencio y parece como si el mundo quedara en tinieblas.

La vigilia del SĂ¡bado Santo trae consigo una sensaciĂ³n de entusiasmo. La oscuridad de la iglesia es disipada por el fuego pascual, sĂ­mbolo de Cristo, la verdadera luz que destruye las tinieblas del pecado. Esta es una noche de regocijo al escuchar la historia de la salvaciĂ³n e iniciar a nuevos cristianos en la Iglesia. Estos nuevos hermanos de nosotros renuevan nuestra esperanza y aumentan nuestra felicidad: aunque pecamos, pasamos por tristeza, y sentimos dolor porque la humanidad rechazo a Jesucristo, el nos redimiĂ³, nos sigue amando, y renueva la faz de la tierra. Una alegrĂ­a abundante que vence el dolor de los dĂ­as anteriores. ¡Cristo ha resucitado!

Rev. Alex Rodarte

Estados Unidos, Sacerdote Diocesano. Vicario parroquial en la Iglesia de San Jose en Upland, California.