Juntamente con Cristo
“porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6.4-5).
“Con él fuisteis sepultados en el bautismo, y con él fuisteis también resucitados por la fe en el oder de Dios que le levantó de los muertos” (Colosenses 2.12).
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3.1).
Lo que celebramos en este día es la resurrección de Jesús, el acontecimiento central de toda nuestra fe. El crucificado vive; y vive más allá del poder de la muerte. Lázaro se levantó de entre los muertos; pero así y todo tendría que morir después. Pero la resurrección de Jesús es la destrucción de la muerte misma.
Este domingo de resurrección, al mismo tiempo que se celebra la resurrección de Jesús, también tenemos que recordar que lo que celebramos en este día dice algo acerca de nosotros mismos. Dice algo más allá del hecho de que hemos de vivir tras la vida presente. Dice algo acerca de nuestra condición aquí y ahora: que en el bautismo hemos resucitado con Cristo. Ciertamente, se trata de una resurrección parcial, de un principio, de un anticipo de lo que ha de venir. Pero es real. Podemos experimentar ahora la novedad de vida, el principio del poder sobre el pecado, la posibilidad de vivir más allá del temor de la muerte. Es por la fe; y nuestra fe no siempre permanece firme. Es por el poder de Dios –por el mismo poder que resucitó a Cristo– que también nosotros podemos vivir desde ahora como quienes hemos resucitado juntamente con él. Hoy celebramos la resurrección de Jesús. Pero no olvidemos que celebramos también el principio de nuestra propia resurrección.
Catherine Gunsalus González
Es una historiadora, teóloga y ministra presbiteriana estadounidense, profesora emérita de Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico Columbia de Decatur, Georgia.